jueves, 25 de octubre de 2012

El lado oscuro de la luna





















Luna, luna, luna testigo de amores, fuente de inspiración de poetas y románticos, símbolo mágico del mundo andino. Pero, para mi, a partir de los años ochenta, se le agrega un nuevo significado, uno en el que la luna pasa a ser testigo silencioso del terror en nuestros pueblos.

El motivo de este cambio, en mi vida, se da inicio en una de esas tantas noches en un pueblo andino de Cajamarca, tenía doce años y me encontraba muy feliz y emocionado de estar en la tierra de mis abuelos y asombrado de encontrar aún en aquella época, un pueblo que no tenia energía eléctrica y lo único que lo movía era la fuerza del hombre.

En las noches las familias se reunían a conversar y a calentarse alrededor de una fogata, bueno eso era para mi, una cocina a leña para los del pueblo. Era un pueblo muy jovial, sin malicia, tanto así que la comisaría del pueblo la usábamos para jugar a los vaqueros y el comisario.

Las lluvias en el pueblo eran de temer, al menos para un niño citadino como yo, el pueblo se iluminaba cada vez que un rayo caía en las chacras y luego desde atrás el trueno se iba aproximando velozmente, como un sonido de mil tambores pasando por entre mis hombros, en realidad era un ruido muy poderoso, mi abuelo decía que era un batallón de Ángeles que se preparaban para ir a luchar contra los demonios, se notaba que eran demasiados demonios ya que los truenos llegaban una y otra vez.

En una de esas noches de luna, me despertó un estruendoso ruido que pensaba eran los truenos, pero conforme iba despertando se iba convirtiendo en sonidos diferentes, era como de dinamita, si de dinamita, a la par fragmentos de barro seco caían sobre mi rostro, eran parte del techo que por la fuerza de las explosiones, removían el techo y me iban despertando y me hacían volver a una cruda realidad de la cual pensaba me encontraba alejado...


Fragmento de Mis recuerdos
(texto de W. Rocel, marzo de 1986)


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