viernes, 5 de mayo de 2023

Inteligencia artificial en proceso

"Solo eres un alma que lleva
un cadáver a cuestas".
Marco Aurelio


"La raza humana en modo involución,
la mente humana, el alma, lo sabe,
motivo por el que busca sobrevivir,
aunque esto implique,
vivir de manera artificial".
@WRocelR
Inteligencia artificial en proceso
El alma, safando cuerpo
5 de mayo de 2023

sábado, 29 de abril de 2023

Cómo obtener agua dulce del agua de mar?

Hay varias formas de obtener agua dulce del agua de mar, pero las más comunes son la **desalinización** y la **destilación**. 

La desalinización es el proceso de eliminar las sales disueltas del agua de mar mediante el uso de membranas semipermeables que solo permiten el paso del agua. La desalinización se puede hacer por **ósmosis inversa**, que consiste en aplicar una presión mayor que la presión osmótica natural del agua de mar para forzar el agua a través de las membranas²³, o por **electrodiálisis**, que consiste en aplicar una corriente eléctrica que hace que los iones se muevan hacia los electrodos y se separen del agua³.

La destilación es el proceso de calentar el agua de mar hasta que se evapore, y luego condensar el vapor para obtener agua dulce. La destilación se puede hacer por **destilación multietapa**, que consiste en repetir el proceso de evaporación y condensación en varias etapas con diferentes temperaturas y presiones³, o por **congelación**, que consiste en pulverizar el agua de mar en una cámara refrigerada y separar los cristales de hielo que se forman sobre la salmuera³.

Estos procesos requieren energía y recursos, por lo que no son muy baratos ni ecológicos. Sin embargo, pueden ser una solución para proveer de agua potable a zonas donde escasea el agua dulce natural.

Origen: Conversación con Bing, 29/4/2023

(1) El invento que permite convertir agua de mar en potable en solo media .... https://www.bbc.com/mundo/noticias-53758443.

(2) Desalinización del agua de mar y salobre - ACCIONA. https://www.acciona.com/es/tratamiento-de-agua/desalacion/.

(3) Desalinización del agua de mar y salobre - ACCIONA. https://bing.com/search?q=c%c3%b3mo+obtener+agua+dulce+del+agua+de+mar.

(4) Agua dulce - Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Agua_dulce.

La creación de las montañas

Hace mucho tiempo, cuando el mundo era joven y plano, no había montañas ni valles, solo una vasta llanura verde donde vivían los animales y las plantas. El sol brillaba con fuerza todos los días, y la lluvia caía con regularidad, haciendo que la tierra fuera fértil y abundante.


Entre los animales, había uno que se destacaba por su belleza y sabiduría: el cóndor. El cóndor era el rey de las aves, y podía volar más alto que cualquier otro. Desde el cielo, observaba todo lo que sucedía en la tierra, y se sentía orgulloso de su dominio.


Un día, el cóndor vio a una hermosa llama pastando en la llanura. La llama tenía el pelaje blanco como la nieve, y los ojos negros como la noche. El cóndor se enamoró de ella al instante, y decidió bajar a hablarle.


-Hola, bella llama -le dijo el cóndor con voz suave-. Me llamo Cóndor, y soy el rey de las aves. ¿Cómo te llamas tú?


-Hola, noble cóndor -respondió la llama con voz dulce-. Me llamo Llama, y soy una de las hijas de Pachamama, la madre tierra. ¿Qué deseas de mí?


-Deseo conocerte mejor, y hacerte mi compañera -declaró el cóndor-. Eres la criatura más hermosa que he visto en mi vida, y quiero compartir contigo mi reino del cielo.


La llama se sonrojó ante las palabras del cóndor, y sintió curiosidad por conocer el cielo. Sin embargo, también tenía miedo de dejar su hogar y su familia.


-No sé si puedo aceptar tu propuesta -dijo la llama con timidez-. Nunca he volado en mi vida, ni he visto el cielo. ¿Cómo podría vivir allí? ¿Y qué pasaría con mis padres y mis hermanos?


-No temas, querida llama -la tranquilizó el cóndor-. Yo te enseñaré a volar, y te mostraré las maravillas del cielo. Y no te preocupes por tu familia. Podrás visitarlos cuando quieras, y traerles regalos del cielo.


La llama se dejó convencer por el cóndor, y aceptó ser su compañera. El cóndor la tomó entre sus garras, y la elevó por los aires. La llama sintió vértigo al principio, pero pronto se acostumbró a la sensación de volar. El cóndor le mostró las nubes, las estrellas, el arco iris y el sol. La llama quedó maravillada por todo lo que veía, y se sintió feliz al lado del cóndor.


Así pasaron los días, y los dos se amaron con pasión. El cóndor le construyó un nido en lo alto de una nube, y la llenó de plumas y flores. La llama le dio al cóndor tres hijos: dos machos y una hembra. Los hijos eran mitad cóndor y mitad llama, y podían volar y pastar con igual facilidad.


Sin embargo, no todo era perfecto en el cielo. La llama extrañaba a su familia terrestre, y quería verlos de vez en cuando. El cóndor le permitía bajar a la tierra cada luna llena, pero solo por unas horas. La llama se sentía insatisfecha con este arreglo, y le pidió al cóndor que le dejara quedarse más tiempo.


-Por favor, Cóndor -le rogó la llama-. Déjame pasar una noche entera con mi familia. Quiero abrazarlos y contarles cómo me va en el cielo. Te prometo que volveré al amanecer.


-No puedo hacer eso, Llama -se negó el cóndor-. El cielo es tu hogar ahora, y tu familia son nuestros hijos. Si te quedas más tiempo en la tierra, podrías olvidarte de mí y de ellos. Además, la tierra es peligrosa para ti. Hay muchos depredadores que podrían hacerte daño.


-Pero yo te amo, Cóndor -protestó la llama-. Y también amo a nuestros hijos. Nunca me olvidaría de ustedes. Y no tengo miedo de los depredadores. Tengo mis pezuñas y mis dientes para defenderme.


-No insistas, Llama -replicó el cóndor-. Mi decisión es firme. Solo puedes bajar a la tierra cada luna llena, y solo por unas horas. Es por tu bien y el de nuestra familia.


La llama se sintió herida por las palabras del cóndor, y se dio cuenta de que él no confiaba en ella. Se sintió atrapada en el cielo, y añoró la libertad de la tierra. Decidió escapar del cóndor, y volver a su hogar terrestre.


La noche de la luna llena, la llama bajó a la tierra con el permiso del cóndor. Se reunió con su familia, y les contó su plan de fuga. Sus padres y sus hermanos se alegraron de que quisiera volver con ellos, y le ofrecieron su ayuda.


-Escucha, Llama -le dijo su padre-. Hay una forma de que puedas escapar del cóndor. Tienes que ir al lugar donde nace el río, y beber de sus aguas sagradas. Ellas te darán el poder de crear montañas con tu aliento.


-¿Montañas? -preguntó la llama-. ¿Para qué me servirían las montañas?


-Las montañas te servirían para esconderte del cóndor -explicó su padre-. Si el cóndor te busca en el cielo, tú puedes soplar una montaña y refugiarte en su cima. Así el cóndor no podrá verte ni alcanzarte.


-Entiendo -dijo la llama-. Pero ¿cómo puedo llegar al lugar donde nace el río? ¿No está muy lejos?


-No te preocupes -dijo su madre-. Nosotros te acompañaremos hasta allí. Podemos llegar antes del amanecer, si nos apuramos.


La llama aceptó el consejo de sus padres, y se despidió de sus hermanos. Luego, partió con ellos hacia el lugar donde nacía el río. Caminaron toda la noche, sorteando los obstáculos y los peligros. Al fin, llegaron al manantial sagrado, donde brotaba el agua cristalina.


La llama bebió del agua con avidez, y sintió un cosquilleo en su garganta. Luego, sopló hacia el cielo, y vio cómo se formaba una montaña frente a sus ojos. La montaña era alta y majestuosa, y tenía una cumbre nevada.


-¡Lo lograste! -exclamaron sus padres-. ¡Ahora tienes el poder de crear montañas!


-Gracias, papá y mamá -dijo la llama-. Gracias por ayudarme a escapar del cóndor.


-No hay de qué, hija -dijeron sus padres-. Te queremos mucho, y queremos que seas feliz.


La llama abrazó a sus padres con ternura, y les dijo que los visitaría pronto. Luego, se subió a la montaña que había creado, y esperó a que saliera el sol.

IA Bing

Una historia divertida sobre una rana

Érase una vez una rana llamada Renata que vivía en un estanque con sus amigos. Renata era una rana muy curiosa y le gustaba explorar el mundo que la rodeaba. Un día, decidió salir del estanque y ver qué había más allá.

Renata saltó por el bosque, admirando las flores, los árboles y los animales que encontraba. De repente, vio algo brillante y rojo que colgaba de una rama. Era una manzana. Renata nunca había visto una manzana antes y se preguntó cómo sabría.

- ¡Qué fruta tan bonita! - exclamó Renata - Me gustaría probarla.

Renata se acercó a la manzana y le dio un mordisco. La manzana estaba dulce y jugosa, y a Renata le encantó. Quiso comer más, pero la manzana estaba demasiado alta para ella.

- ¿Cómo puedo alcanzarla? - se preguntó Renata.

Entonces, tuvo una idea. Vio una piedra cerca de la rama y pensó que podría usarla para saltar más alto. Renata arrastró la piedra hasta la base del árbol y se subió a ella. Luego, saltó con todas sus fuerzas hacia la manzana.

Pero Renata no calculó bien la distancia y se pasó de largo. En lugar de caer sobre la manzana, cayó sobre la cabeza de un pájaro que estaba posado en la rama.

- ¡Ay! - gritó el pájaro - ¿Qué haces?

- Lo siento, lo siento - se disculpó Renata - Solo quería comer esa manzana.

- ¿Qué manzana? - preguntó el pájaro.

- Esa manzana - dijo Renata señalando con su pata.

El pájaro miró hacia donde señalaba Renata y se echó a reír.

- Eso no es una manzana - dijo el pájaro - Es un globo.

Renata se quedó sorprendida. No podía creer que se hubiera confundido.

- ¿Un globo? - repitió Renata.

- Sí, un globo - confirmó el pájaro - Alguien lo dejó aquí ayer después de una fiesta. Es de plástico y está lleno de aire. No se puede comer.

Renata se sintió avergonzada y decepcionada. Había desperdiciado su tiempo y su energía por algo que no era comestible.

- Vaya, qué tonta soy - dijo Renata.

- No te preocupes - dijo el pájaro - A todos nos puede pasar. Además, hay muchas otras cosas que puedes comer en el bosque. Ven, te enseñaré.

El pájaro le ofreció a Renata subirse a su espalda y volar con él. Renata aceptó y juntos se fueron a buscar comida. Renata descubrió que había muchas frutas y verduras deliciosas en el bosque, como fresas, zanahorias y lechugas. También hizo nuevos amigos, como ardillas, conejos y mariposas.

Renata se lo pasó muy bien en el bosque y aprendió muchas cosas nuevas. Pero al final del día, decidió volver al estanque con sus amigos. Se despidió del pájaro y le agradeció su ayuda.

- Ha sido un placer conocerte - dijo el pájaro - Espero verte pronto.

- Igualmente - dijo Renata - Gracias por todo.

Renata saltó de vuelta al estanque y les contó a sus amigos su aventura en el bosque. Les habló de la manzana que resultó ser un globo, del pájaro que la ayudó y de las cosas que vio y comió. Sus amigos se rieron con ella de su error y se alegraron de su experiencia.

Renata se sintió feliz de haber salido del estanque y haber conocido un mundo diferente. Pero también se dio cuenta de que su hogar era el estanque y que allí tenía todo lo que necesitaba.

Y...

Escrita por IA Bing

sábado, 27 de octubre de 2018

La bella muerte


 

La muerte ronda mi habitación,
 

me castiga con su silencio,
 

me despierta una y otra vez
 

con un murmullo frío
 

que acaricia mi rostro.




La espigada dama posee 

un color oscuro, más oscuro

que la oscuridad misma.




La muy traviesa juega en las esquinas
 

y convive con la oscuridad,
 

no le veo diente alguno
 

pero come tiempo
 

de mi dura vida.




Y al final, me di cuenta
 

que el inquilino de la habitación
 

era yo.


W. Rocel
 Un 18 de enero de 2013, a las 4:00 a.m.
desperté y escribí para la bella, bella muerte



Para pensar 3


Corríamos y corríamos; en algunas, me alcanzaba; en otras, la dejaba atrás. Me sedujo tanto ese cortejo que me dejé atrapar.

La muerte y yo

@WRocelR

26 de mayo de 2016

viernes, 5 de mayo de 2017

Para y por los Héroes Anónimos. Testimonio.

Encuentro Interuniversitario, Chimbote, 1996. Fotografía de Julio Sotomayor.

 
Cemduc, Folkpucp y Nacpucp, 25 años (y más) de difusión de la música y danza peruana 

Este humilde texto es para aquellos integrantes que no toman en serio su papel; para aquellos nuevos y no tan nuevos integrantes que no saben la labor importantísima que han asumido; para aquellos que piensan que nuestras vidas y las de quienes se encuentran a nuestro alrededor no cambiarán; para aquellos que solo entregan el tiempo que les sobra. No sabremos, en verdad, en cuál de las presentaciones no aceptadas nos estaremos perdiendo la mejor lección de nuestras vidas. Mi error fue no compartirla en su momento, y por eso les pido perdón en nombre de aquel joven del ayer. 

Integrante a prueba 

Era un estudiante que, en ese entonces, cursaba el segundo ciclo de Arte, y un integrante recién aceptado a prueba en el grupo de música andina, que se hacía llamar Nacpucp (Núcleo de Arte Colectivo de Estudiantes de la PUCP). Tocaba algo de bombo, quena y zampoña. También cantaba y por eso podía defenderme apoyando en los coros. El grupo tenía entre sus integrantes titulares a dos vientistas, Julio y Tito, y a Óscar, percusionista, que ya egresaban. Ingresaron también nuevas voces y yo, con mi pasado latinoamericano, boliviano y chileno, específicamente, sabía que tendría mucho, mucho que aprender, tanto en estilos como en ritmos peruanos si quería mantenerme en este grupo. Un gran reto. 
 
¿A qué se debe su visita? 

Luego de dos semanas, una tarde de viernes, en diciembre de 1990, me encontraba en la facultad haciendo limpieza y guardando todo, pues era fin de ciclo y nos estábamos preparando para las celebraciones y la exposición final de Arte. En eso, vi pasar por la facultad a unos integrantes del grupo andino que estaban reclutando gente para completar el elenco del grupo de música y así cumplir con una presentación ya confirmada. 

Era una buena oportunidad de apoyar la búsqueda, así que les dije “Vamos”. Ya por el tontódromo (vía que une la universidad de extremo a extremo, de Ingeniería a Letras), nos encontramos con Augusto, sicuri, quien también aceptó ir. Ya estaban Nora, charango; Alex, guitarra; Tito, mandolina; Yuri, guitarra; Beto, guitarra; Augusto, zampoña, y yo, bombo (quena no, no estaba preparado ni el público para escucharme tocar). “¿Somos lo que somos?”, preguntó Beto. “¡Somos lo que somos!”, respondimos todos. 

Desconocía el lugar de la tocata, pero eso no era problema para nosotros (para mí, el problema era recordar el repertorio en tan corto tiempo). Nos trasladamos a la caseta para llevar los instrumentos a la movilidad y partimos. Pasamos por Universitaria, La Marina, cruzamos el puente y doblamos a la izquierda, hasta llegar a un portón por el que ingresamos. Era el Hospital Militar.

Al escenario 

Trasladamos los instrumentos al auditorio, un teatro grande, al menos así lo recuerdo. No teníamos muchos micros, así que para esta presentación decidimos repartirlos entre las cuerdas y, bueno, yo estaba con el bombo. Tendríamos que cantar a capela. 

Nos colocamos en el centro del escenario y unas señoras con traje azul y pañuelos rojos nos agradecieron mucho por estar allí. Solo nos quedaba relajarnos y esperar que llegue el público. Al llegar los agasajados, nos quedamos fríos, no tengo palabras para describirlo: eran jóvenes soldados mutilados, con fierros en las extremidades, en muletas, con grandes vendajes; unos en sillas de ruedas y otros que lograban llegar por sus propios medios. 

Muy nerviosos, nos volvimos a juntar para decidir el cambio de repertorio. Augusto tenía en su repertorio la música latinoamericana (¡Sí!, muy dentro de mí) y nos dijimos vamos a hacerlo por ellos, solo repertorio ameno, alegre, con esperanza, y que conozcan esta música. Recuerdo que bailamos y cantamos todos juntos, a capela y con mucha fuerza. Me veo correr por todo el auditorio con el bombo y haciendo que el público cante y nos siga con sus aplausos, tal como el bombero de Proyección, grupo boliviano. 

Este recuerdo es imborrable e indescriptible. Imaginen el auditorio lleno, al público acompañándonos con sus aplausos y sus cantos. Eran los soldados del servicio militar víctimas del terrorismo. Cuando terminamos, luego de que nos pidieran otra y otra, se nos acercaron a agradecernos, con los rostros llenos de alegría al ver que tocábamos temas que identificaban como suyos, de su tierra, del ande, de la selva. Entonces entendí la importancia de nuestro papel. 

La función continúa 

Luego pudimos conversar con las damas presentes, quienes eran las esposas de los oficiales y, como voluntarias en el hospital, apoyaban a los jóvenes soldados. Las damas nos dijeron que había más soldados, pero que ellos no podían salir de sus pabellones por distintos problemas de salud. Entonces, nos propusieron ir a esos ambientes y ofrecerles unos temas. Así lo hicimos, en menor número por los ambientes tan angostos. Nuevamente nos pusimos de acuerdo y realizamos un cruce de sicuri con pasacalle. Y, del mismo modo que antes, pusimos todo nuestro sentimiento. 

Conforme pasábamos por los ambientes, veíamos a jóvenes soldados cuyos rostros expresaban entre alegría y dolor. Las extremidades colgadas con fierros, con la esperanza de cura. Lágrimas contenidas y convertidas en canto era lo que tenía en mi garganta. 

Estábamos llegando a cuidados intensivos cuando, de pronto, una enfermera de gran tamaño ingresó gritando: “¡Silencio! ¿No saben que esto es un hospital?”. Las damas le explicaron la situación y entonces ella dijo: “Ah, pueden seguir entonces. Sigan, sigan nomás…”.

Puedo asegurar que lo que vivimos y sentimos allí no se puede describir ni explicar; fueron muchas sensaciones juntas. Fue nuestro pequeño homenaje a esos héroes anónimos.

Entre alegría y dolor

Grandes momentos, dicen. Esa es nuestra tarea: dar alegría, esperanza y, sobre todo, valorar lo nuestro. Ese es nuestro compromiso. Y esto trae vivencias que cambian la manera de ver al Perú. Ese fue mi bautizo, el momento en que me integré oficialmente a la estudiantina del Nacpucp. 

Esa es la razón de este humilde texto. Como dije, mi error fue no compartirla en su momento y por eso, nuevamente, pido perdón. Y siempre les daré las gracias a aquellos héroes anónimos. 

WRocel
18 de abril de 2017

Estilo: Angel García T.